Bajo el frio de Valladolid, el Auditorio Miguel Delibes daba calor a muchos centros educativos decididos a dar sentido a la educación y formar una escuela creativa. Así nos lo anunciaba Carla Grinaldi “la creatividad no se puede enseñar, sino solo motivarla” regalando a los alumnos tiempos de escucha, donde puedan expresar lo que sienten.  Y es que a veces ese tiempo se pierde haciendo las cosas como creemos que deben hacerse siempre. Salirse de la normas, mezclar lo racional y lo emocional es una características de un centro con pensamiento divergente. Un tipo de liderazgo que tiene mucho que ver con la capacidad de imaginar, de crear soluciones novedosas y útiles, y permite salir de la zona de confort y romper con las respuestas automatizadas. Este es sólo uno de los tipos de liderazgo que Juan Carrión (@jano20) nos enseñó, porque en las escuelas también fluye la creatividad cuando se mezcla con las pasiones (neuroliderazgo); cooperan y tienen autonomía (Liderazgo sinérgico); imaginan el futuro y conocen lo que hay fuera (Liderazgo visionario); proponen experiencias con sentido (liderazgo espiritual); y, planifican y estructuran simplificando las estructuras y los procesos.

Gracias a Greg Whitby (@gregwhitby) re-imaginamos la escuela personalizando la educación, con la convicción de que todos los alumnos pueden aprender, donde los profesores forman comunidades de aprendizaje. Ellos aprenden y enseñan, comparten responsabilidades y compromisos para mejorar los resultados de aprendizaje de cada estudiante. Comunidades que se desarrollan en entornos virtuales, dando lugar a seres más sociales. Entornos donde  las TIC (Tecnologías de Información y la Comunicación) se mezclan con las TAC (Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento). Dolors Reig (@dreig) nos mostraba a alumnos con superpoderes capaces de hacer cosas fantásticas pero también conductas que hay que educar. Una educación basada en el esfuerzo y la auto-disciplina. Mario Alonso (@MarioAlonsoPuig) lo resumía “Esforzarse es persistir a pesar de las dificultades y de los errores, es seguir intentándolo cuando la marcha se hace cuesta arriba”. En definitiva, crear alumnos emprendedores, generadores de ideas y con un compromiso social. Una escuela XXI como las compartidas por Alfredo Hernando (@afredohernando) en su viaje por www.escuelas21.org y que nos hacen re-diseñar las escuelas.

Unas escuelas del futuro y que deben hacerse realidad hoy. Christian Felber propone como fundamentos la democracia y el bien común, mirando desde otra perspectiva haciendo a la persona más solidaria, más cooperativa y más empática para conseguir más éxito. Sustituir competencia por cooperación y ánimo de lucro por contribución al bien común.

Sentir la educación sintiendo la participación de la iglesia en nuestras aulas, para ello José R. Carballo y Gonzalo Aemilius sentaron las bases de una escuela de valores.

Sin duda, tres días que se dejarán sentir en nuestras aulas y darán sentido a la educación del siglo XXI.