Ficha_Montserrat

 

¿Qué es para ti la educación y cómo crees que debe ser?

Para mí, la educación es la vida, es mi vida. Entré en una Congregación que se dedica a la educación y que me ha dado la posibilidad de pensar siempre, cómo puedo hacerlo, para que estos niños, para que estos jóvenes, para que estos papás, consigan tener una formación, una preparación, unos valores, que les puedan llevar a sentirse competentes para ese mundo en el que se van a encontrar. La educación tiene que hacer posible que nos sintamos en la vida con confianza, con alegría, con ganas.

Y ¿cómo me gustaría que fuese esa educación? Pues me gustaría que no fuese frustrante para nadie, sino que fuese algo en donde todo el mundo consiguiese encontrar su esquinita, su manera, su hábitat en ese ecosistema y que encontrase la manera de realizarse y la manera de realizar a otros, ayudando a que el mundo sea mejor.

El colegio Montserrat es un referente a nivel mundial, ¿Cómo te lanzaste a cambiarlo y a introducir las nuevas metodologías?

La audacia fue decir, a estos niños lo que les falta es ser más emprendedores, tener más valores sociales, más compromiso social y buscar la manera de conseguirlo. Y después, el ver y estudiar por todo el mundo, investigar de primera mano qué es lo que otros habían encontrado para resolver parecidas inquietudes. Quizás lo nuestro ha sido lo ecléctico. Lo que se valora más como Proyecto Educativo es generar algo ecléctico y luego hay siempre la inquietud de escoger lo mejor y de dar lo mejor, esta inquietud es la que hace que aun ahora estemos buscando qué es lo mejor para ofrecerlo.

La ilusión es que lo han conseguido otros de nuestros colegios y ahora estamos con ese cambio a nivel mundial no sólo con otros colegios nuestros, sino también con los no nuestros porque está abierto a quien lo desee. Creo que nunca me hubiese imaginado dónde se ha llegado con todo esto. Lo que hicimos fue responder a las necesidades del momento.

¿Qué fuentes y referentes tenéis?

Sobre todo referentes e investigaciones. Para nosotros Glenn Doman, en todo el campo de la neurología, en todo el campo de la explicación del buen funcionamiento de las redes sinápticas, de conocer bien cómo hay una revolución neurológica de los cero a los tres años, y de los tres a los seis, es quien nos hizo cambiar totalmente la manera que teníamos de enseñar en Infantil.

Después, al ver cómo los alumnos necesitaban generar algo que no fuese individualista y competitivo, los hermanos Johnson and Johnson, nos abrieron un mundo al acercarnos el aprendizaje cooperativo y conocimos varios aprendizajes, con distintas maneras de llevarlo a cabo.

El Project Zero de Harvard fue muy importante y ahí la figura de Howard Gardner, que ya es un gran amigo, nos abrió un horizonte increíble, al pensar y decir, todo alumno es inteligente, y nosotros tenemos que hacer que todo alumno en el aula pueda ir hacia adelante. Eso nos ayudó a conocer proyectos en la High Tech High, nos ayudó a ver cómo se hacían proyectos de PBL en Sacramento, etc.

Nos movimos mucho por Colegios de toda la geografía, con la ventaja de que sabíamos qué teníamos que buscar, y eso también es muy importante, porque hay muchas cosas en el mundo de la educación, pero te pierdes si no sabes qué es lo que tienes que buscar o hacia dónde tienes que ir.

¿Cuáles fueron las mayores dificultades con las que os encontrasteis y con las que os seguís encontrando?

Quizás al principio la mayor dificultad fue lo desconocido que era todo esto, porque es verdad que ahora te encuentras que en España todo el mundo habla de metodologías activas, de trabajo cooperativo, pero en aquel momento lo encontraban como algo desquiciado, un cambio extraño, que se preguntaban de dónde había salido y por qué.

La primera dificultad fue no tener el terreno preparado para poder hacer fructificar estas semillas y lo segundo fue cómo transmitirlo a las familias para que entendiesen o viesen que eso era algo de futuro. Al principio lo vieron como un cambio anecdótico, pero cuando se dieron cuenta de la preparación de sus hijos y cómo se desarrollaba el Proyecto Educativo, cambiaron de opinión, comenzaron a pensar “Ah bueno… pues es interesante”. Ahora la suerte que tenemos es que han comprobado los resultados y además han visto que son otros muchos los que también están realizando el cambio. Entre Colegio y familias creo que ha habido una complicidad mutua, la confianza de las familias nos ha hecho crecer y comprometernos a todo este cambio.

«La respuesta a la calidad es saber responder al mundo de hoy»

¿Hacia dónde crees que va la educación y qué es lo que tenemos que buscar?

Yo creo que estamos en un momento difícil porque se ha nivelado todo mucho, es decir, ahora todo el mundo hace cooperativo, estimulación temprana,  es estupendo que se haya llegado a esto, pero solamente utilizar unas metodologías no responde a la calidad. La respuesta a la calidad es saber responder al mundo de hoy.

Personalmente veo una escuela fuera de la escuela, las palabras “colegio” y “escuela” creo que simplifican demasiado. Veo más unos ámbitos de aprendizaje, donde sea el alumno, sobre todo en Secundaria, el que vaya a buscar los proyectos, tipo “supermercado”; hay mucha oferta y tú puedes buscar lo que quieres. Estos proyectos se generan en el colegio, con el profesorado, pero luego el ámbito de aprendizaje podría ser perfectamente fuera de la escuela. Cuando digo Secundaria incluyo el Bachillerato. Este último tiene que estar dando respuestas sociales, en el campo empresarial y demás, pero para esto, lo que tiene que cambiar más es la Universidad porque no puedes darles esta autonomía en el Bachillerato y que lleguen a una Universidad donde los proyectos son muy cerrados y en donde apenas ha cambiado nada. Todo está cambiando mucho. Dar respuesta y adelantarnos los colegios a dar esta respuesta es lo que tendríamos que hacer. Creo que la escuela católica tiene que tener como ideal dar respuesta a las necesidades del momento.

Veo una Educación Primaria más parecida a la Secundaria, creo que está todavía demasiado encasillada, es necesaria una Primaria con mucha más oferta, mucho más autónoma, una Primaria donde la lectura y las matemáticas sean importantes, pero adaptables, que lleve a ser escritores, a ser matemáticos, etc. y se tendría que generar el currículo desde plataformas mucho más multidisciplinares. El cambio en Educación Infantil sí que lo veo bastante como la estamos llevando a cabo, con una oferta muy grande, y sobre todo, teniendo muy en cuenta la neurología. Las investigaciones y estudios sobre neurología nos están dando la razón. Hemos de plantearnos cómo a este niño le estamos dando un bienestar emocional, cómo le estamos dando muchas oportunidades para que todas estas redes sinápticas se generen, pero hoy por hoy es  la etapa en la que cambiaría menos. Y en cambio creo que debemos ser más arriesgados en la Secundaria, mucho más.

 

¿Qué consejo les darías a los directores que quieren empezar en su centro a implementar todas estas metodologías?

El consejo sería sobre todo, comprometerse. Saber más o menos de cooperativo, no es el tema para un director, sino que lo propio es asumir el compromiso y la responsabilidad que tiene delante para ayudar a que una Europa pueda tener valores y esa inquietud de buscar incansablemente hacia dónde tenemos que ir y cómo tenemos que hacerlo. Si un director en su centro consigue que todo el mundo se respete, que haya un ecosistema agradable, facilite que se dé un rigor en la investigación y en el estudio, que los profesores disfruten al conseguir que los alumnos puedan ser creativos,  buenos pensadores y puedan ser innovadores, habrá conseguido un cambio sistemático en la escuela y dará respuesta a lo que sus alumnos y la sociedad necesitan. Creo que esto es lo que realmente tiene que conseguir un director.

Puede parecer difícil, pero si uno se compromete y quiere dar respuestas, busca, investiga, mira, reflexiona y lo consigue. Yo creo que es lo más importante. Es fundamental que se tome en serio el cambio, que no se asuste, que no tenga miedo. En esa barca vamos todos y todos nos vamos a ayudar para que ese cambio sea sostenible y exitoso, es decir, para que cada alumno pueda sacar lo mejor de sí mismo. Ese es el máximo éxito para una escuela.

¿Qué buenas prácticas que realizan en otros países crees que se pueden incorporar a las escuelas católicas de España?

Hoy Escuelas Católicas en España tiene una plataforma que ya ha conseguido este cambio y es meritorio el impacto que esta escuela católica ha tenido. Cuando hablamos de otros países, el mapa es muy distinto. Tenemos por ejemplo Australia, con sus Escuelas Católicas, una organización laical admirable, en cuanto a cómo llevan la innovación a sus escuelas, cómo han generado espacios abiertos, cómo hacen una investigación sistemática sobre sus propias escuelas y cómo sabe cada niño dónde se encuentra en la evaluación de su proceso de aprendizaje, a mi modo de entender han conseguido una personalización fantástica del aprendizaje. Australia para mí es un prototipo de escuela católica a la que tendríamos que llegar.

Después te encuentras con Indonesia, donde prácticamente no hay escuela católica y donde la escuela diocesana tiene trescientos colegios dejados desde la colonización de los holandeses, colegios de primaria a los que hay que dar formación urgente como sea. Tenemos unas religiosas que están aprendiendo indonesio para poder enseñar.

Por otra parte si miramos a toda Latinoamérica es muy diferenciada en sí misma. Hay escuelas católicas que están en High Tech High y a las que un grupo de personas, alumnos y familias, muy potentes dentro del país, está intentando darles lo mejor. A esto están respondiendo las familias, lo cual quiere decir que es una educación, que puede ser como en algunos colegios ingleses, que no responden, creemos, a las necesidades del centro y del entorno. Y a su lado, también en Latinoamérica, te encuentras escuelas muy pobres a las que debemos ayudar. Estoy convencida de que la escuela de mayor calidad tiene que ser para los más pobres.

Hoy, la escuela católica está planteando desde diferentes instituciones que pueda haber una formación común, unos proyectos comunes, que pueda haber una serie de instituciones que ayuden y fortalezcan a toda la escuela católica.

Pero para mí, lo mejor de la escuela católica es que esté, es decir que existe y está activa. En todos los países a los que he ido, siempre me he encontrado personas muy comprometidas con esta escuela católica y con muchas ganas, no sólo religiosos, también muchísimos laicos. Y esto es muy satisfactorio para todas las escuelas y para todos nosotros.

¿Qué plus de valores tiene que dar una escuela católica?

Es imprescindible fomentar el respeto a la persona humana y cuando digo respeto lo digo desde muchos ámbitos. Por supuesto debemos dar como Modelo a Jesucristo, porque son las virtudes y la fidelidad a este Modelo lo que nos hace auténticos y coherentes. Respetar quiere decir que la persona sea capaz de reconocer y respetar el modelo. Una persona que al salir de un colegio – sea creyente o no – si se ha sentido respetada y querida, si ha sentido que no es algo sino alguien para las personas que están con ella, si ha entendido que nunca estará sola porque Jesucristo la acompaña, que está Dios, que es el que ha hecho posible todo esto, es una persona que se va del colegio feliz y acompañada, y mucho después, incluso los que se consideraban no creyentes vuelven a la fe. Es coherente y auténtico mostrar bien a Jesucristo, quién es como persona y qué crees que ha hecho por ti. Cuando es auténtico, contagia, es como una llama que enciende a otra. No se trata sólo de clase de religión o no, sino de una llama que enciende a otra. Esto es lo que tenemos que conseguir.

¿Un sueño para la educación?

«El sueño es llegar a todos los necesitados»

Yo me siento muy comprometida con todo el tema de los refugiados, a nivel de escolarización, me siento muy comprometida en muchos barrios donde notas que no hay nivel y que hay unos profesores que hacen lo que pueden. Me siento muy comprometida con muchos países que están gritando su necesidad,  es lo que el Papa ha dicho de las periferias, nuestras periferias hoy son la educación, no tenemos que buscar otras periferias, tenemos que llegar a los que más lo necesitan desde la educación y eso es un grito, un grito de la gente que nos dice, “ven, ven, a ver qué nos das, ayúdanos, edúcanos”. Insisto la mejor calidad educativa, para los más pobres y necesitados.