El cambio forma parte de la educación. Como educadores debemos garantizar que el alumno alcance las competencias necesarias para desenvolverse en la sociedad. El aprendizaje debe fomentar la autonomía y la responsabilidad de poder controlar su vida. Esto significa una libertad de “dejar hacer”  que traspasa los contenidos teóricos de las asignaturas llegando a desarrollar la capacidad de acción. En este punto, quien sepa qué es innovación y hacia dónde se dirige el cambio no cuestionará el uso de metodologías participativas. Nadie cuestionará que dentro del concepto de “aprender haciendo”, el profesorado es líder en sus aulas y que guía el aprendizaje del alumno a través de una planificación previa, de proporcionar estrategias y de utilizar diversos recursos. Quien conozca hacia dónde dirigir el cambio, no cuestionará que debe asumir riesgos para poder seguir mejorando.

Las necesidades propias del aula surgen porque tenemos una diversidad de alumnos que reclaman tener un papel en su aprendizaje, donde se cuestionen y exploren conocimientos, donde puedan proponer soluciones a problemas a través de la creatividad. Quizás hoy tengamos claros los porqués del proceso de cambio, pero surjan dudas del cómo. Quien lidera el cambio, no cuestionará la necesidad de trabajo en equipo para generar ideas, aunar proyectos y reflexionar sobre hacia dónde va el centro.  Porque el líder no impone, construye. El líder es abierto a escuchar a las familias y hacerles partícipes de ello.

Enseñar es una profesión, donde se incluyen personas con talentos y con una visión de futuro por mejorar la educación. En este momento, no debemos cuestionar el papel del educador y la voluntad por querer obtener lo mejor de cada niño. Nadie que lidere el cambio hoy se cuestionará estos tres puntos.

Cómo liderar el cambio

Gerver, R. (2012). Crear hoy la escuela del mañana. La educación y el futuro de nuestros hijos. Biblioteca de innovación educativa. SM