A menudo hablamos de innovación como algo novedoso que promueve el cambio y la mejora en un ámbito determinado. Sin embargo, conviene aclarar este concepto. Si tomamos como referencia la definición que hace la RAE, innovar significa “mudar o alterar algo, introduciendo novedades” pero lo que para mi centro puede ser una novedad para otro puede no serlo. Cuando hablamos de innovación educativa estamos indicando que hay una novedad en el aula, si tomamos este término, no como sinónimo de nuevo sino como “cambio producido en algo”, es decir, no es necesario inventar la rueda de nuevo.

Carmen Pellicer (@carmenpellicer_) en el post de Innovación y educación, nos da las claves para distinguir cuándo la novedad hace realmente nueva una escuela:

1. Cuando las propuestas inciden directamente sobre el aula y la intensidad del aprendizaje, y no únicamente sobre la gestión, la motivación o la disciplina de forma aislada.

2. Cuando benefician a todos los alumnos. 

3. Cuando establecen criterios claros que no dependen de cuantos recursos y dotaciones se obtienen sino más bien de cómo se utilizan y se amplía su disponibilidad.

4. Cuando descansan en el trabajo en equipo y se extienden gradualmente en toda la escuela o institución.

5. Cuando permanecen durante un tiempo razonable y sobreviven, para instalarse en lo que docentes y discentes consideran su obligación.

6. Cuando son claras y explícitas, pero a la vez flexibles al permitir el espacio para la creatividad y la adaptación al estilo y las circunstancias de cada alumno.

7. Cuando no se dan por definitivas ni se absolutizan como la única manera de hacer las cosas, sino que estimulan estar abiertos a seguir creciendo y aprendiendo.

8. Cuándo se evalúan sistemáticamente, no solo por el entusiasmo o la adhesión que provoquen sino por su impacto eficaz en todas las dimensiones de los aprendizajes que pretendemos.

9. Cuando están vinculadas al carácter y el talento vital de los alumnos y no solo a su rendimiento académico y apuestan por sacar lo mejor de cada uno de ellos para su vida personal.

10. Cuando forman parte de un proyecto coherente , se complementan con propuestas en los diferentes ámbitos de la escuela, y contribuyen a acercarnos a la visión y misión que pretendemos y no solo responder a las presiones que nos condicionan a corto plazo.

Toda práctica innovadora debe ir acompañada de una práctica de reflexión donde el docente evalúe los resultados obtenidos y le permita mejorar. No hablamos de llegar al aula y decir «hoy vamos a innovar«, debemos elaborar un proyecto de innovación adaptado a las necesidades y establecer un proceso de reflexión encaminado a valorar cómo se han alcanzado los objetivos.